viernes, 25 de diciembre de 2009

No compares porque sí


Codiciar la suerte del otro es algo más que compadecerse inutilmente; implica atribuir arbitrariedad a quienquiera que reparta los dones, arbitrariedad que -Oh, sorpresa!- deja de molestar cuando es uno el beneficiado. Hasta que morimos, claro, y los que codiciaban nuestros bienes se quedan con todo.
No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su buey ni su asno ni su casa ni su esclavo
quiere decir No te quejarás de tu propia suerte para que no empeore; agradece lo que ya tienes y ella mejorará.

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